lunes, 29 de septiembre de 2014

Yes, You Can Obama



2014 y una nueva guerra se desarrolla en estos momentos en el Próximo Oriente, en este caso contra el Estado Islámico de Irak y Levante, más conocido por sus siglas en inglés, ISIS.
Tengo una edad  en la que la memoria y los recuerdos ocupan un espacio importante de mi disco duro y desde que tengo uso de razón, siempre he visto en diferentes medios los diferentes conflictos que ha habido en esa zona tan caliente del planeta.
Crecí viendo en la televisión de principio de los 90 la Operación Tormenta del Desierto (aquí tenemos el origen del sensacionalismo bélico-televisivo), mientras nos vendían a Saddam como el enemigo más grande que había en la civilización desde Hitler, y claro, el mundo occidental se sentía en la obligación de “liberar” al planeta de semejante elemento. Yo, postrado en el suelo y ojiplático con lo que ponían en la tele, veía con la boca abierta como esos F-14 destrozaban al “malo, malísimo” de Sadam, y claro, con mis 11 años yo me lo creí…me creí que había que destrozar a ese tipo de personajes que lo único que querían era hacer el mal, y que mejor que estar del lado de los “buenos”, encarnados en los EEUU (quien tenga una edad pareja a la mía recordará ese personaje de pressing catch, el sargento Slaughter, que luchaba contra un iraquí con aspecto de Sadam Hussein)
Pasan los años y uno va creciendo, aprendiendo, poniendo en tela de juicio lo que en años anteriores veía tan “normal”, quizá mi pasión por todo lo relacionado con la historia o simplemente ese espíritu de eterna conspiración que me inunda me hace descubrir cosas que ante todo me sorprenden y me dan que pensar…
Sadam Hussein resulta que tenía la Gran Cruz de Isabel la Católica, concedida por el régimen franquista en el año 1974, por el envío de petróleo a España saltándose el bloqueo de la OPEP que impuso a occidente durante la crisis energética de 1973 (primera sorpresa que me llevo); pero hay más, durante los 80, fue un fiel aliado de los EEUU ante el Irán de Jomeini en esa guerra que se produjo entre Irak en Irán entre 1980 y 1981. Vaya, Hussein era bastante amigo de occidente en ese momento.
Resulta que el juguete dejó de gustarle a los EEUU cuando Sadam decide anexionarse Kuwait por unos motivos demasiado extensos para explicar aquí (a quien le interese, puede buscar información sobre reunión de la OPEP del verano de 1990) y claro, el Tío Sam no estaba dispuesto a que ningún país tuviera tanto poder de decisión sobre el precio del “oro negro”, así que invasión al canto, bajo el auspicio de la OTAN, remuevo todo, saco mis beneficios sobre lo que me interesa y lo dejo todo igual, muy “gattopardista” (todavía los kurdos están esperando que la comunidad internacional allá por finales de los 70 actuara contra Sadam por el genocidio que éste llevo a cabo con ellos, pero claramente a la ONU la minoría kurda les importó un pimiento).
Pasan los años, y Sadam aunque está en el ostracismo internacional, mantiene el poder…EEUU sigue el principio de “más vale malo conocido, que bueno por conocer”, aunque de vez en cuando, bajo ciertos informes de la CIA no muy claros, la administración Clinton bombardea la zona  durante el año 1993 en la “Operación Zorro del Desierto”. Se habla que Clinton subió como la espuma en niveles de adeptos en la opinión pública estadounidense, de paso, el escándalo Lewinsky pasaba a segundo plano.
Definitivamente se decidió tirar el juguete a la basura después del 11-S y Bush introdujo a Hussein en el “eje del mal”, junto con Irán y Corea del Norte…todos recordamos la eterna búsqueda de las armas de destrucción masiva, sí, esas que nunca se encontraron. ¿Por qué “ir a por” Irak y no a por Irán o Corea? Me encantaría conocer la respuesta, a mí lo único que me viene a la cabeza es temor por parte del “cowboy” Bush, es fácil chafar al más débil y quedar bien con la opinión pública estadounidense que clamaba venganza.
Ya conocemos el final de Sadam Hussein, al igual que el de Gadafi, otrora íntimo aliado de los países alineados con los EEUU, o el de Osama Bin Laden, agente de la CIA durante la “invasión” soviética.
¿Qué pasa en el 2014? Pues lo mismo, pero con diferentes nombres. La política exterior de los EEUU y la OTAN no hace más que “crear” integristas en toda esa zona caliente del mundo. No, no es un análisis simplista, para nada, EEUU lleva realizando numerosas acciones en “B” mediante agentes encubiertos  de la CIA, bien para mover gobiernos y fichas a su libre albedrío o para desestabilizar estados, como hacía y hace en América Latina (el compañero del blog Joaquín bien podría contar sobre esto, sabe y mucho). ¿Quién ha armado a numerosos yihadistas? ¿cuál es el origen del poder que adquirió Bin Laden? ¿De dónde sale ISIS? Son preguntas que tienen respuestas muy extensas, pero resumiendo puedo decir que tanto Bin Laden como ISIS en su día fueron armados por los EEUU para combatir a soviéticos y a Basser Al-Assad respectivamente.
Estamos ante un nuevo grupo integrista desarrollado a partir de Al Qaeda y que ha aprovechado la coyuntura, la situación de abandono por parte de la comunidad internacional, la guerra y el descontento entre la población suní que hay en países destrozados como Irak y Siria (todavía en guerra civil) para captar a numerosos militantes y expandirse por todo el Próximo Oriente. Todo esto alimentado por la mala praxis llevada allí por las potencias occidentales desde hace 70 u 80 años. Pronto estaremos ante otra nueva invasión terrestre con consecuencias fatales para todas las partes (sobre todo para los civiles que son los que siempre pierden), tiempo al tiempo, hay muchos intereses en liza y casi ninguno humanitario, aunque quieran enmascararlo de ataque preventivo.
Es el claro ejemplo de que la historia, citando a Margaret McMillan, aunque no se repita siempre rima. Pasan los años, el modus operandi yanqui es el mismo, alimentas a un gigante dormido, el gigante se despierta y comienza a dar bandazos. Luego pasa lo que pasa.
Recordemos que Barack Obama llegó a la Casa Blanca con una intensa campaña en la que atacó las guerras desatadas por George W. Bush en Afganistán e Irak (de ahí su Premio Nobel), el presidente de EEUU lleva ahora a su país a una nueva campaña militar en Irak y Siria. Mismo perro con diferente collar.
A modo de conclusión os dejo unas preguntas, hoy que tan de moda está hacer mesas políticas en la televisión ¿por qué no acuden a esas tertulias musulmanes para que den su punto de vista sobre el fenómeno yihadista? ¿Por qué se criminaliza a toda una religión por un grupo integrista?
Televisión/prensa, el tándem del cuarto poder


Coronel Mortimer

lunes, 15 de septiembre de 2014

MATIAS


Joaquín Canto


                                                                            “un escombro tenaz,
                                                                             que se resiste a su ruina
                                                                            que lucha contra el viento,
                                                                             que avanza por caminos que no llevan
                                                                             a ningún sitio”

                                                                                          Ángel González


Aquella mañana el viejo Matías se levantó mucho más nervioso que de costumbre, aquella sensación no era debida a la certeza de la inmediatez de su muerte, ni siquiera tenía que ver con el miedo que esa certeza podía provocar en él, era algo distinto, mucho más profundo.

Cuando termino de tomar el café de todas las mañanas, se dispuso a fregar aquella taza ya vieja, acción ante la cual no pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa, tras dudar unos instantes fregó la taza y pensó que no era adecuado romper con una rutina de tantos años sólo porque la muerte le esperaba aquel día.

Después de una ducha, más que reconfortante, se vistió despacio, dejando que la ropa se acoplará a su cuerpo, que formase parte de él, cuando se peinó mirándose en el espejo no pudo evitar sentir un pinchazo al notar los estragos de la edad en su cara.

Era un día soleado de Marzo, de esos que tanto le gustaban a María, estuvo paseando por la ciudad cerca de dos horas, era extraño, llevaba viviendo en aquella ciudad 40 años y nunca había podido sentirse como en casa, echaba en falta los olores, y aunque en todos esos años había dejado de recordarlos, los nuevos no eran como él pensaba que debían ser, nunca supo explicarse esa sensación, pero nunca es fácil explicar un sentimiento.

Decidió acercarse a la estación de tren, siempre le relajaba ver salir los trenes, pero sobre todo verlos llegar, se sentó y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas. Sus ojos miraban a la gente subir y bajar de los trenes, pero su mente no estaba allí, recordaba a aquel joven de pueblo, con 20 años recién cumplidos llegar a la ciudad y recorrer aquella estación con la sensación de que la vida tenía sentido.

Recordó la primera vez que vio a María, sus primeros besos, el trabajo en la fábrica, las manifestaciones pidiendo unas condiciones de trabajo más dignas, las noches con los compañeros, la paciencia de María siempre presente, haciéndole más fuerte, más seguro.
Pero aquellos recuerdos dieron paso a otros más duros, la represión tras las huelgas, los reajustes de plantilla, la reducción salarial, la pérdida de compañeros y como golpe final, María, aquella maldita enfermedad, que le consumió lentamente.

Después de aquello se había ido haciendo cada vez más huraño, más oscuro, pasaba los días en el bar y dejó de frecuentar a los compañeros que le quedaban. Poco a poco aceptó la soledad como su única compañía. Se levantó y se sintió seguro, había llegado el momento, volvió a su casa con el paso lento, tranquilo, cuando pasó por la esquina de la cafetería donde tantas mañanas desayunó con María, no pudo evitar pasar su mano por la pared, intentando atrapar el pasado, o quién sabe si el presente.

Ya en la casa, sacó la vieja pistola, que había conseguido semanas atrás, no sin cierta dificultad, cerró los ojos, respiró profundamente y se preparó para el final.
Las luces del alba despertaron al viejo Matías borracho sobre el viejo sillón, le fallaron las fuerzas, María nunca se lo hubiese perdonado.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Es de sentido común...

                                                                                      "El sentido común no es nada común"                                                                                                            Voltaire

"Yo no soy racista, soy ordenado". "Los putos negros saltan la valla de Melilla porque nada más llegar les dan comida y techo". "Los rumanos y sudacas nos quitan el trabajo a los españoles y colapsan los servicios". "Si dejamos adoptar a los maricones, las pobres criaturas van a salir igual que ellos". "Lo del terrorismo se arregla con la pena de muerte". Y así puedo seguir hasta mañana. Sentencias oídas miles de veces que son auténticas barbaridades. ¿O no tanto? Para mí sí, desde luego. Es de sentido común.

Error. Ojo con apelar al sentido común, algo que hacemos muchos, yo incluído. El sentido común no es otra cosa que la ideología de la clase dominante. O, en palabras de Einstein, "es el conjunto de prejuicios acumulados a través de los siglos". Siglos de ideología dominante. Entonces, ¿qué dicta mi sentido común, o mejor dicho, mi conciencia? Empatía, solidaridad, justicia, igualdad. Innumerables cosas más. Palabras huecas dentro de la lógica (?) de un fascista, racista y homófobo.

Las frases de arriba son puro sentido común para él. Cuando extranjeros vienen a España (o Europa, lo mismo da) huyendo de la miseria, jugándose la vida en el estrecho, muchos de los cuales jamás han visto el mar, dejando atrás familia y una fortuna a pagar a las mafias, lo hacen para quitarnos trabajo y servicios, nunca para mejorar la calidad de vida de los suyos y la propia. Es por todos sabido que permitir que gays y lesbianas adopten es un crimen contra la infancia, pues siempre es mejor que esas criaturas tengan un padre y una madre, pese a que sean alcohólicos, drogodependientes y violentos, antes que los niños en cuestión tengan la duda de a quién llamar papá o mamá. Y, cómo no, está claro que para acabar con la lacra del terrorismo hay que actuar como ellos, matar y matar, obviando por completo que aquí existió el GAL y que la pena de muerte sigue vigente en EE.UU. sin que por ello baje la tasa de homicidios.

¿Qué cabeza puede albergar semejantes ideas retrógradas? Muchas, desafortunadamente. Cientos, miles, incontables cabezas, mentes obtusas. ¿Qué les dice su sentido común? Pues que eso de cerrar fronteras, cercenar libertades y derechos, acabar con la vida de los demás mediante el ojo por ojo, está bien. Sin cargo de conciencia. ¿Quién no ha conocido a alguien así? Hombre prototípico, de mediana edad, acodado en la barra de cualquier bar, palillo entre los dientes, arreglando el mundo con dos patadas y un carajillo. No hacen otra cosa que reproducir la ideología dominante, no hay más.

No debería generalizar, pues es de sentido común no hacerlo. Venga, seamos serios, todos tenemos presente esa imagen. Lo malo viene ahora, cuando dicha imagen nos viene a la cabeza con gente más joven. ¿A que sí? Algún primo, hermano, conocido, por el que sentimos algo entre pena, asco y vergüenza. Adolescentes, o no tanto, que cuentan con los dedos de una mano los libros abiertos a lo largo de su corta vida. Semianalfabetos, chulos y orgullosos de su propia ignorancia, educados en el odio al diferente, dispuestos a luchar contra su igual. Víctimas del sistema, al fin y al cabo. Como tú y como yo. Ellos también forman parte de la "generación más preparada de la historia". Generación somos todos o no somos nadie. Pura lógica. Es de sentido común, ¿no?

Por supuesto que somos la generación más preparada. Desde una óptica capitalista lo somos. Preparados para darnos de hostias, despellejarnos vivos si hace falta, compitiendo entre nosotros a tumba abierta, caiga quien caiga. La ley del más fuerte, un Battle Royale en toda regla. Está tan arraigado en el imaginario colectivo que lo asumimos como normal, como inevitable, sin siquiera cuestionarnos la obscenidad que representa. ¿Por qué? Muy fácil, es de sentido común.

Pues es el sentido común(ista) el que me empuja a escribir estas líneas. El sentido y el sentimiento de pertenencia a una clase, la mía, la obrera, el que me dice que no, que así no, ni de coña. Yo no quiero esto para mí, menos aún para los que vengan. No quiero participar. El sentido común me susurra que hemos de cambiar. Dejar de luchar entre iguales y comenzar la batalla contra el que oprime; ser bastón para el compañero y garrote temido para el enemigo; vencer y convencer(nos) de que somos dueños de nuestra fuerza de trabajo, nosotros y nadie más. Con tesón, esfuerzo, lucha, pedagogía. Ser pesados, cansinos, pero también pacientes. Si es verdad que somos los más preparados, demostrémoslo. Peleemos. Nos lo exige el sentido común.

Dani @El_Taquillero

lunes, 8 de septiembre de 2014

EL LADO OSCURO DE LA OBEDIENCIA



Durante los años 60, el psicólogo Stanley Milgram, tras estudiar los juicios de Núremberg y el juicio a Adolf Eichmann, decidió realizar un experimento psico-social  para llegar a alguna conclusión del por qué el ser humano era capaz de cometer atrocidades por el simple hecho de recibir órdenes.
Poniéndonos en situación, Eichmann fue condenado a muerte en el juicio celebrado en Jerusalén en 1960 por crímenes contra la Humanidad. Él era el encargado de desarrollar toda la logística del Holocausto, el brazo ejecutor de la Solución Final. Eichmann no entendía el por qué de su condena a muerte, ni por qué era tan odiado en todo Israel, él argumentaba que tan sólo recibía órdenes y se limitaba a cumplirlas; en su diario escribió: “las órdenes eran lo más importante de mi  vida y tenía que obedecerlas sin discusión”. Los estudios psiquiátricos sobre Eichmann declararon su perfecta salud mental y una vida familiar de lo más normal.
 Es decir, si Eichmann era una persona normal, que según él no tenía nada en contra de los judíos (cosa que particularmente pongo en duda), la pregunta era ¿Por qué había participado de forma tan activa en el Holocausto? ¿Todo se debía a la llamada obediencia que tanto nombraba Eichmann?; Milgram se sintió intrigado por todo esto, y al año siguiente realizó un experimento en la Universidad de Yale para saber hasta qué punto una persona era capaz de hacer daño a otra por el simple hecho de recibir una orden.
La idea del experimento empezó a tomar forma cuando Milgram puso un anuncio en el periódico donde pedía voluntarios para un estudio relacionado con la memoria y el aprendizaje. Los participantes fueron 40 hombres comprendidos entre 20 y 50 años, con y sin estudios superiores.
El procedimiento era el siguiente, Milgram explica a un participante y a un cómplice (el participante cree que es otro igual que él, no sabe que se trata de un cómplice), que van a probar los efectos del castigo en el aprendizaje.
Les dice que el objetivo es comprobar cuánto castigo es necesario para aprender mejor, uno hará de alumno y el otro de maestro. Esta elección se hace mediante un sorteo, un sorteo que esta amañado para que siempre le toque el papel de maestro al participante, y el del alumno al cómplice.
El experimento consiste en que el alumno debe aprenderse una serie de listas de palabras que van asociadas, para cuando el maestro diga una palabra el alumno tiene que recordar que palabra le va asociada y decirla, si falla, el maestro le dará una descarga. Para llevar a cabo el experimento el alumno es atado a una especie de silla eléctrica y se le conectan unos electrodos al cuerpo. Se les dice que el experimento será grabado para que luego no puedan negar lo ocurrido.

V es el investigador
L es el maestro
S es el alumno (complice)

Al principio del experimento el maestro recibe una descarga real de 45 voltios, para así conocer el daño que recibirá el alumno. Posteriormente se le dice al maestro que debe comenzar a administrar descargas eléctricas al alumno a medida que éste cometa algún error, aumentando el voltaje de la descarga cada vez que se vaya desarrollando la prueba y vaya cometiendo errores. El generador tenía 30 interruptores, marcados desde 15 voltios hasta 450 (descarga casi mortal).
El alumno da constantemente respuestas erróneas adrede, y por cada error el maestro debía de darle una descarga; cuando se negaba a hacerlo se dirigía al investigador y éste le daba instrucciones, que podían ser 4 procedimientos:
a)      Procedimiento 1: por favor, continúe
b)      Procedimiento 2: el experimento requiere que continúe
c)      Procedimiento 3: absolutamente esencial que continúe
d)     Procedimiento 4: no tiene otra alternativa, debe continuar
Si después de esta fase el maestro se negaba a continuar, se paralizaba el experimento; si no, el experimento se detenía después de aplicarle 3 veces seguidas la máxima descarga de 450 voltios
El maestro cree que está dando descargas al alumno cuando en realidad todo es una simulación. El alumno ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas y ver así como reacciona el maestro ante los efectos que le provocan las descargas al alumno.
Antes de realizar el experimento, se le pregunto a diferente gente, entre ellos psicólogos, que es lo que pasaría. Todos pensaban que solamente algunos sádicos aplicarían el máximo voltaje, pero los resultados que arrojaron el experimento fueron sorprendentes: el 65% de los maestros castigaron a sus alumnos con el máximo de 450 voltios, y ninguno de los maestros se negó rotundamente a dar menos de 300 voltios.
De todos modos, el comportamiento del maestro no era lineal, es decir, durante el experimento se apreció que cuando llegaban a las descargas de 75 voltios, algunos se ponían nerviosos ante las quejas de los alumnos, asaltándole las dudas y el deseo de parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. A los 130 voltios, muchos paraban y preguntaban cuál era la finalidad del experimento, e incluso comenzaba a aflorarles la idea de que no se hacían responsables de las consecuencias. Lo más curioso fue que a algunos de los maestros les entraba una especia de risa nerviosa al escuchar los gritos de dolor provenientes de su alumno.
El impacto que tuvo experimento en la comunidad científica fue bestial, los resultados venían a decir que los seres humanos ante la orden de una figura con un poco de autoridad, son capaces de actuar con crueldad y desprecio por la vida.

Algunos científicos calificaron el experimento de inmoral y poco ético, incluso diferentes corrientes de pensamiento ven los resultados simplistas, ya que no se tienen en cuenta todas las variantes posibles para un estudio, pero…ahí están los resultados.

Coronel Mortimer

martes, 2 de septiembre de 2014

Hacia dentro


Joaquin Canto


                                                                                          “me vienen a convidar a indefinirme
                                                                                           me vienen a convidar a tanta mierda”

                                                                                                       S. Rodriguez


Recorro el amplio pasillo que lleva hasta el espejo y me quedo mirándome quieto, callado, me contemplo durante varios minutos, no veo nada raro, giro la cabeza a un lado y otro, es difícil, no sé dónde está el problema, acerco la cara al espejo y miro en mis ojos, quizás si puedo profundizar en ellos lo entienda, pero no, no aparece ningún rasgo extraño. Abro la boca y miro mis dientes, mi lengua, nada, todo como debe ser, entonces……

Es extraño, llevo días inquieto, con la sensación de que hay algo raro en mí, mi mente se desborda a ratos y en otros momentos se queda en blanco, quiero hacer miles de cosas y siento el cuerpo paralizado.
Ando por esta vieja y sucia ciudad y tengo la sensación de ir a todas partes y a ninguna, enciendo la televisión y todo lo que escucho es viejo, repetido, suena a letanías de un tiempo pasado, a discurso aprendido.
Bajo del metro y me veo sonriendo a la nada, o con los ojos llenos de lágrimas.

Y todo eso porque no lo entiendo, mi cabeza no lo entiende, mi mente no lo entiende, me esfuerzo, escucho, leo, analizo y no lo entiendo. Quiero comprender, sentarme y saber que es así, que todo tiene ya sentido, que no hay más aristas, que las cosas son así de simples.

Me siento, cierro los ojos y vuelvo a preguntármelo, y sí, estoy seguro, no cabe la menor duda, soy de izquierdas, comunista.

Quien haya leído hasta aquí, debo añadir que no como fetos, ni quemo iglesias, que no soy partidario de crear gulags, ni pretendo que vivamos en cuevas o en los arboles y por supuesto no tengo rabo y cuernos.

Soy de izquierdas, se que es difícil de entender, pero es lo que siento, renunciar a eso supone traicionar a mis ideas, a mis principios. Hay quien dice que es mejor no decir que eres de izquierdas, que son conceptos pasados, que hay que ser de izquierdas, comportarse como una persona de izquierdas, pero no decir que eres de izquierdas. Es decir ser de izquierdas pero con vergüenza, qué más da que haya millones de personas que hayan muerto luchando por unos ideales, por un mundo más justo, es mejor no decirlo, no recordarlo.
No se hacia donde voy, me siento perdido, dudo, no encuentro el camino, no sé cómo ayudar, cómo avanzar, lo intento como sé, pero siento frustración.

Quiero un mundo más justo, un mundo donde la industria militar no campe a sus anchas, donde no exista un poder financiero, un mundo que no sea machista, un mundo donde todo el mundo tenga una vivienda digna, de la cual no pueda ser expulsado, quiero un mundo donde no persigamos enriquecernos, donde haya un máximo salarial, donde la cultura y el arte no sean mercancías, donde los hombres y mujeres no sean esclavos, un mundo donde la riqueza este bien repartida, donde la clase obrera controle los medios de producción, un mundo donde la tierra sea para el que la trabaja….y por supuesto sé lo que no quiero, un mundo capitalista.


Parece que es mejor no hablar en esos términos, pero es que no puedo evitarlo, soy de izquierdas y lo pienso decir las veces que hagan falta, soy de izquierdas, porque esos son mis ideales y mis principios y me enorgullezco de decirlo por respeto a los millones que han luchado por esos ideales durante siglos.